2/4/07

Reflexiones al calor de un cafetito


Una tradición guasona desde el principio de los tiempos es la del cafelito. A media tarde, durante muchos años, los hermanos guasones se juntaban, por aquel entonces en el Zascandil, para tomar un cafelito, que no era más que una excusa para echar un rato.

Ahora nos enteramos que eso de echar un rato tiene un precio. Unos dicen que 80 céntimos de euros y otros que más, mucho más. Bueno, cuando nosotros tomábamos el café serían pesetas, claro que no me acuerdo cuántas.

No pretendo abrir una discusión sobre el precio de un café, con leche, con leche fría, cortado, descafeinado de máquina, etc., según el gusto de cada uno de los hermanos. Prentendo hacer una autocrítica a los medios de comunicación y por ende a los periodistas, profesión que casualmente compartimos dos hermanos de La Guasonería.

Primero montamos un poyo porque Zapatero ha osado a cifrar en 80 centímos el precio de un café. Los pague o no de su bolsillo, lo cierto es que en algún sitio no va mucho más allá, aunque quizás sería más acertado cifrar su precio medio en 1 euro.

Pero vamos a lo que vamos, primero crítica por el error y después crítica porque críticamos el error. No será que lo más importante no era el precio del café si no armar jaleo y de paso llenar hojas de periódicos y minutos en radio y televisión a costa de una noticia que ni siquiera lo era.

Igual, es que no hay cosas más importantes en este país, España, y nos queda mucho espacio informativo para dedicar a estos debates. O igual es que no escuchamos, en el mismo programa donde se dijo lo del café, que las preocupaciones de los españoles van por otro lado.

Bueno, ahí lo dejo...

Hno. Pepote

1 comentario:

La Guasonería dijo...

La magia del marqueting. Ese es el secreto. Sabían que colocar a un presidente haciendo eso, contestando a preguntas incómoodas y capciosas de cuatro escogidos, iba a generar mucho bullicio mediático, como así ha sido. Lo del café no deja ser una anécdota graciosa habilmente aprovechada por algunos para urdir una gran cortina de humo y tapar algunas de las carencias del actual Gobierno. Y lo bueno -o lo malo, según se mire- es que lo han logrado