5/9/08

Y la noche nos heló hasta los co...

El Miliki se había cagao por la pata abajo a última hora, así que los guasones, convertidos en cuatreros, abordamos el IIº asalto a la montaña mágica imbuidos del espíritu aventurero que nos distingue, sobre todo al Gran Hermano.

En esta edición la fertilidad de la diosa de esta montaña se había congelado. Un par de carros del amor aparecieron esa noche en el cerro, pero nada que ver con la fiesta del goce que pudimos vivir hace dos años.

Tras una dura subida, en la que alcanzamos inclinaciones sobrenaturales, montamos nuestro breve campamento para disfrutar de los manjares que nos ofrecía la noche. El Gran Hermano había olvidado los muslitos y el Pepote dejó el pan en el coche.
En estos casos siempre se echa de menos la previsión panadera del Vaquilla.


Hacía fresco, pero nada insoportable. Nada que no solucionara una chaquetilla. Pero, oh malaya, mi chaqueta, recordó el Chincheta, donde está mi chaqueta. "Tranquilo, chincheta, una cervecita fría y te pones a tono".


Un banquete, unas afotillos nocturas. El trípode de blaniblu, los problemas con el enfoque manual y el frío que caía silencioso, sin pausa, sobre nuestras chaquetas, o sobre nuestros mangas cortas.

Tras unas pruebas con la energía solar logramos enceder el portátil para ver la exposición de Las Edades de la Guasonería. El Chincheta calentaba sus lagunas de memoria con una bombilla, y poco a poco, la noche nos iba helando los corazones. Cuando ándabamos por la cata de Zahara el frío de la memoria nos despertó del sopor del frío real, justo antes de que la congelación se apoderase de nuestro co...

Salvados por la memoria, los guasones iniciamos el descenso de la Montaña mágica que esta vez no fue fértil, fue nevada. Aunque los antiguos siempre dijeron eso de año de nieves, año de bienes.

1 comentario:

Hermano Miliki dijo...

Que no me cagaba ni mucho menos. Tan sólo me dolía un poco el vientre y no sabía por donde iba a salir (por arriba o por abajo). Esas cosas mejor en casa.
De todas formas tampoco soy muy fan de la montaña, pero si hay que ir se va.
Sentí perdermelo aunque con el frío que hizo esa noche no se qué decir.